Amanecer. Crepúsculo de la Tierra. El mundo está terminando. Acridísimos aromas de calles quemadas por el sol llenan el aire. Cadáveres ennegrecidos, retorcidos en formas de agonía, cubren las calles. Asomarse afuera basta para quemar los ojos en las cuencas. El único refugio está en la noche. Pero la noche pertenece a los Visitantes. Un golpe en la puerta. Una voz solitaria, suplicando refugio. Se ven como nosotros. Hablan como nosotros. Huelen como nosotros. ¿Son nosotros? Busca las señales.
































